Recientemente las declaraciones
de los políticos han avivado la ya vieja batalla entre creyentes y no
creyentes, entre cofrades o capillitas y los que no lo son. Observando ciertas
reacciones, incluso por mi parte un poquito salidas de tono, aunque haya
algunos que lo hayan hecho con mucha gracia me han hecho llegar a una reflexión
y a recordar una curiosa historia. Si por algo no amo totalmente a la
izquierda, es porque la realidad es así, cuentan entre sus filas con muchos de
nuestros “enemigos”, si, las cosas hay que llamarlas por su nombre, hay gente
que considera perjudicial toda creencia, y en este país si es la católica aún más,
hasta el extremo de apoyar a los verdaderos extremistas para hacernos daño,
aunque nosotros también, a veces les demos razones, pero es normal, somos
humanos y con ello imperfectos. Pero en la viña del Señor, aunque esos no tengan
de eso, hay de todo. Ideológicamente se puede ser de lo que se quiera y a la
vez se puede creer en Dios, no sé si bien o si mal, pero cada a uno a su
manera, si ni los curas coinciden entre ellos que íbamos a hacer el pueblo
llano. Creo que esto ya debería estar superado.
Estos de Podemos en Sevilla meten
la pata hasta el fondo y se meten con lo más sagrado, nunca mejor dicho, del
sentimiento sevillano. Mira, lo hacen en otro sitio y seguro que no tiene tanta repercusión, pero va y se meten con la
de la ciudad donde entre sus ciudadanos, si no eres cofrade eres como un bicho
raro, idiosincrasia de cada lugar, todo respetable hasta aquí. Por esta
realidad que cuento, como es más común, alguno del partido en la ciudad tenía
que ser cofrade, porque supongo que en Podemos los habrá como en cualquier
partido que piensen que las cofradías no le hacen daño a nadie. Un ex-costalero,
que supongo que llevará la Semana Santa en el alma tiene que sacar la cara por
su partido e intenta lanzar balones fuera, cagándola también, pero ya desde un prisma
más local, meterse con el consejo y el ayuntamiento no es lo mismo que decir Semana
Santa con todas sus letras, ya que los cofrades de todo el país se desgarraron
las vestiduras como Caifás cada Lunes Santo en el Tardón. Gente que por ideología
o por la desesperación social que vivimos tiene que haber por bemoles de
izquierdas y Podemos en las cofradías, lo que me ha llevado a ver
enfrentamientos y conclusiones algo estridentes en la red. Señores, los
cofrades tenemos que defendernos, tenemos que apartar todo lo que podamos las
opciones de pensamiento de las personas, supongo que si alguien que pueda parecer
ajeno a las cosas de Dios y luego está en las cofradías algo sentirá por el de allí
arriba, no podemos encasillar al mundo, no podemos pensar que los cofrades solo
pueden ser como dijo el Ojeda “señores serios de corbata y gomina”, hay que
darle hueco a todo el mundo. Si estamos pocos y desplazamos a la mitad, al
final seremos nosotros mismos los que nos cargaremos la Semana Santa. Lo que
hay que intentar es buscar la forma de llevar la formación primeramente entre
nosotros, para saber a qué jugamos y saber diferenciar para no caer en los
extremismos que alimenta la ignorancia.
El 18 de julio de 1936 cuando la
ira humana se apoderó de nuestro país tan solo por ideología, un tío de
izquierdas, trabajador humilde y sencillo, que hacia paquetes de ladrillos – más bien cargaría y descargaría hornos y
camiones a mano, aun no existían los paquetillos empaquetados con plástico-,
como se hacían en mi pueblo, en los tejares de Triana y que además era
costalero, de los que salían también por trabajo. El mismo se encaramó ante las
puertas de la Capilla del Patrocinio y se encaró ante una turba de extremistas
izquierdistas, gente que se supondría serían de los suyos, que venían de
destrozar la iglesia de la O y consiguió salvar a la devoción del arrabal y a
una de las maravillas creadas por la mano humana, esa mano que es capaz de
hacer maravillas como el Cachorro o de matar a un hermano, hasta a su propio
hijo por querer llevar la razón. Aquel desconocido entonces acabó en la cárcel,
porque luego luchó en el bando defensor del estado republicano y gracias a esta
intervención fue de los pocos que no sufrieron el holocausto de posguerra. Los años
lo verían crecer como capataz de cofradías, comandó incluso el Cristo que salvó
y si no fuera a lo mejor por él, los pasos hoy irían a ruedas al ser el primer
capataz de costaleros no asalariados, que salían por motivos altruistas, fe o afición,
de la Semana Santa sevillana, curiosamente uno de los culpables de la dimensión
que toma hoy la Semana Santa. Yo cada vez que lo intento imaginar no encuentro explicación
de lo que tuvo que hacer Salvador Dorado “el penitente” para que hubiese sido allí
mismo quitado del medio y después ardiese la capilla. Gracias a él hoy podemos
seguir disfrutando del Dios de Triana, supongo que el Cachorro se conmovió de
la poca cordura que encontró aquel día por las calles de este país donde las
balas iban para ambos lados e intermedió para que la represión no se lo llevara
por delante y lo quiso con Él para que hoy día lo estemos aun recordando y
dando gracias, que la política era una cosa, y Dios otra. Sabe que “el
penitente” sabía, aun con su más sencilla intelectualidad que significa aquello
de “darle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Sé que hay
muchos que sueñan con una España a sus mañas y maneras y que la Semana Santa y
la fe no es ningún estorbo en su ideología, los cofrades por lo menos
defendamos a los nuestros, sé que muchos de ellos sacarían la cara por nosotros
y que no es justo arrebatarles el derecho de querer a Dios y a su Santísima Madre.
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Acta de la hermandad que lo certifica. |
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